El arte que rompió el silencio sobre el sida

La epidemia de VIH durante los años 80 y 90 manifestó los peores síntomas de un tiempo y una sociedad que ya estaban enfermos. Numerosas propuestas entre el arte y el activismo político denunciaron desde la primera persona y en colectivo las respuestas ofrecidas por las autoridades. Lo hicieron mientras sus autores trataban de sobrevivir.

David Wojnarowicz pidió a sus amistades que no le hicieran un funeral. En su lugar, el artista les ordenó que, cuando llegara el momento, convocaran una manifestación. “Es sano hacer público lo privado, pero las paredes de la sala o capilla son finas e innecesarias, un simple paso puede convertirlo en un espacio mucho más público”, se lee en una entrada de su diario fechada en 1988, el año en que fue diagnosticado positivo en VIH. Wojnarowicz tuvo la despedida que había exigido: el cortejo fúnebre, organizado por su círculo íntimo de artistas y activistas, estuvo acompañado por proyecciones de textos y fotografías suyas, precedidas por una pancarta que decía: “David Wojnarowicz (1954-1992) ha muerto de sida debido a la negligencia del gobierno”. En ese 1992, el sida era la primera causa de muerte en hombres entre 25 y 44 años en Estados Unidos.

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