El sida constituye la primera pandemia de la segunda mitad del siglo XX, pero sus orígenes hay que buscarlos en el África central, donde probablemente se produjo la primera infección de un ser humano. Un estudio retrospectivo, realizado con sueros almacenados desde hace tiempo en distintas partes del mundo, nos muestra el primer caso de infección por VIH en Zaire, en 1959.
Los primeros casos constatados en Estados Unidos corresponden al año 1968. Según parece, tras mantenerse localizado durante un tiempo en una pequeña zona del África central, el virus comenzó a propagarse por el resto del continente a principios de la década de los sesenta, pasó al Caribe, donde es endémico, y desde allí pudo llegar a Europa y América.
Aunque los temibles efectos de este virus son de origen muy reciente, los biólogos sospechan que puede constituir una invención antigua de la naturaleza y no, como llegaron a proclamar algunos, un agente infeccioso creado por la CIA.
Afortunadamente, la difusión de la epidemia se ha producido en un momento del desarrollo científico en que ha sido posible en un corto espacio de tiempo realizar progresos muy importantes. Así, desde 1981, año en el que se declararon los primeros casos, en sólo 10 años se ha pasado de la enfermedad a la comprobación de su patogenicidad, transmisibilidad y virulencia, con el consiguiente cambio de actitud, considerándose hoy día como el mayor problema de salud pública en muchos países.
Coincidió con la revolución sexual que se vivió en la sociedad norteamericana entre 1960 y 1970, quizás influída por el desmoronamiento de los valores familiares tradicionales, el desencanto de la guerra de Vietnam, la desdramatización de las enfermedades de transmisión sexual gracias al descubrimiento de la penicilina y la utilización masiva de anticonceptivos.
La amplia difusión del virus no sólo se centra en la población homosexual, sino también en los usuarios de drogas por vía parenteral, que compartían muy a menudo agujas y jeringuillas, y en los hemofílicos, que recibían con frecuencia factores de coagulación, así como en aquellas poblaciones que recibían inyecciones sin garantías de esterilización.
La rapidez con que se ha avanzado en el estudio del sida responde, en parte, al descubrimiento de este primer retrovirus humano y el método de aislamiento que lo hizo posible.El estudio real del sida comienza en 1981 con la descripción de los primeros casos, una enfermedad que no pertenece a un determinado grupo de riesgo como se pensó en principio.